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4/10/22, ¿misión imposible?

SIGNOS VITALES Alberto Aguirre

Para que haya 2024, los morenistas —tanto los radicales como los moderados— deben cruzar exitosamente la aduana que justo dentro de un mes acreditará la consulta popular sobre una hipotética, aunque poco probable, Revocación del Mandato de Andrés Manuel López Obrador.

Sobre el resultado, nadie duda. Los niveles de la aprobación presidencial son un espejismo que podría tornarse riesgoso, si esos porcentajes son malinterpretados. Un bloque de gobernadores emanados de la Cuarta Transformación han recibido un mandato irrebatible. Del cumplimiento de las metas dependerá su futuro... y el futuro de la sucesión.

En la consulta organizada por el INE, desde Palacio Nacional han formulado escenarios de difícil concreción. Por las limitaciones presupuestales de la autoridad electoral sólo funcionarán 67,000 centros de votación en los 300 distritos electorales, apenas la mitad de las casillas que cada tres años son habilitadas en las elecciones federales.

Sin precedentes, este tipo de ejercicios ha sido equiparado con las últimas elecciones constitucionales en las que Morena ha figurado en las boletas. El abstencionismo es el enemigo.

La referencia no serán las históricas elecciones del 2018, sino las del 6 de junio del año pasado, donde la participación a nivel nacional fue de 52.67% de 93.3 millones de ciudadanos inscritos en el padrón electoral. Lograr que nueve meses después, sin otras elecciones concurrentes, acudan 45 millones a los centros de votación parecería una misión imposible para Morena y sus aliados.

La estructura partidista aglutinada en torno a Mario Delgado evidentemente resulta limitada para afrontar este reto. Y es por eso que los gobernadores morenistas han dado un paso al frente en el esfuerzo que involucrar a parlamentarios federales y diputados locales.

Superar el umbral de 40% de asistencia a los centros de votación dependería, esencialmente, de operativos simultáneos de movilización en una veintena de entidades federativas en cuatro de las cinco circunscripciones en las que electoralmente está dividido el país.

La excepción en la II Circunscripción, que agrupa a siete estados del Centro-Noreste. Y es que allí, desde la fundación de Morena, la ciudadanía ha optado por otras propuestas político-ideológicas. En ese ramillete de entidades federativas destaca Nuevo León, aunque las recientes votaciones en Tamaulipas y San Luis Potosí prefiguran un escenario de mediana participación.

El Bajío tampoco abre grandes expectativas para las fuerzas izquierdistas. Aguascalientes, Guanajuato y Querétaro son bastiones panistas, lo mismo que Yucatán, en el sureste. Y entre los morenistas de Jalisco ha imperado la desunión.

Los 30 millones de votos conquistados por AMLO en el 2018 son irrepetibles. En el 2021, Morena sumó a su causa al PVEM, pero no pudo rebasar los 20 millones de votos. ¿Podría siquiera igualar esa cifra, el próximo 10 de abril?

Al menos 10 millones de votos se generarían en Chiapas, la CDMX, el Estado de México, Jalisco, Oaxaca, Puebla y Veracruz. La competitividad de Morena en Tabasco, Tlaxcala, Quintana Roo, Oaxaca, Baja California, Sinaloa, Nayarit, Hidalgo y Guerrero —entidades donde dos terceras partes de los electores han mantenido su preferencia a la formación guinda— es la apuesta más obvia... pero también la más arriesgada. En tres de estas entidades habrá elecciones constitucionales dentro de tres meses. Si salen 20 millones de ciudadanos a manifestarse el próximo 10 de abril, sería un éxito rotundo... excepto para aquellos que saben que este 2022 se define la sucesión presidencial.

Efectos secundarios OLVIDADIZOS. Antes de que acabara el 2021, en los sótanos del Palacio del Ayuntamiento comenzaron a explorar opciones, en caso de que Sandra Cuevas, alcaldesa aliancista de Cuauhtémoc, tuviera que dejar su cargo, por la razón que fuera. Entonces repararon con el peor de los escenarios: la insuficiencia presupuestal del Instituto Electoral capitalino, ahorcado por la austeridad republicana y otras restricciones impuestas por los diputados locales. Si para la Revocación de Mandato no hay recursos, ¡menos para una elección extraordinaria!

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