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¡Adiós Pepe!

admin

Actualizado: 17 ene

Manuel Ajenjo


Toda su vida ha actuado con rigurosa congruencia entre lo que hace y lo que dice


El pasado jueves en su dacha —especie de huerta o de granja— cercana a Montevideo, sitio en el que vivió durante el tiempo que fue presidente de la República Oriental del Uruguay (2010-2015), José Pepe Mujica, único político a la altura del arte, comunicó al mundo entero a través de la revista local Búsqueda: “Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso (…) Lo que pido es que me dejen tranquilo. Que no me pidan más entrevistas, ni nada más (…) Hasta acá llegué”. 


El cáncer en el esófago hizo metástasis en el hígado de un anciano con dos enfermedades crónicas. “No me cabe ni un tratamiento bioquímico ni la cirugía porque mi cuerpo no lo aguanta” manifestó Pepe un político y líder, reconocido internacionalmente, al que para describirlo se acumulan los adjetivos: carismático, solidario, austero y afable.


Toda su vida ha actuado con rigurosa congruencia entre lo que hace y lo que dice. Ha sido descrito como el jefe de Estado más humilde del mundo, cosa que lo engrandece. Enemigo del protocolo, la alfombra roja, la prosopopeya y la corbata. “Si las que eligen son las mayorías —le dijo al cineasta Emir Kusturica, en una entrevista para el documental El Pepe, una vida suprema— hay que tratar de vivir como viven las mayorías, no las minorías”.

Pepe Mujica pertenece a esa clase de hombres a los que Bertolt Brecht llamó los imprescindibles, “los que luchan toda la vida”. En 1964 se integró al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros de guerrilla urbana, que luchó contra la dictadura cívico militar uruguaya; recibió dos balazos en una pierna y tres en el abdomen. En los setentas estuvo en prisión de donde escapó dos veces. Una de sus fugas, la del Penal de Punta Carretas en 1971, ejemplo de organización e ingenio, está consignada en el libro de récords Guinness, como la fuga del mayor número de presos (106) del mundo. Sin embargo, en 1972 cayó definitivamente prisionero junto con su compañera de vida Lucía Topolansky y ocho tupamaros más. Por cierto, Lucía fue senadora y vicepresidenta de Uruguay, patria donde nacieron ambos personajes, Ella en 1944 y él en 1935.


Entre 1973 y 1985, Pepe Mujica y sus compañeros Eleuterio Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof, sufrieron la peor de las torturas, aislados uno del otro, en inmundos y oscuros calabozos. Doce años de silencio, de vejaciones indignas; donde serenaban y enfriaban sus orines para suplir la ausencia de agua. Doce años incomunicados del mundo, sin siquiera un libro. Doce años de sobrevivir a la locura y a la desesperanza. “No sería quien soy sin esos años de soledad en la cárcel. Sería más fútil, más frívolo, más superficial, más exitista, más de corto plazo. Más con pose de estatua”, le confió a Kusturica.


De sencillez unánime, nunca vivió en la Residencia presidencial de Suárez y Reyes, en el barrio Prado. Tampoco se transportó en ningún vehículo oficial, prefirió hacerlo, hasta ahora, en un Volkswagen de 1987 manejado por él mismo. Al ser interrogado sobre si tenía ayudantes o guardias de seguridad, respondió: ¿Para qué? ¿Para que me vean levantarme en la madrugada en calzoncillos a orinar?


Es un hecho, confirmado por él mismo, que José Mujica entró en la etapa final de su generosa existencia. Será recordado siempre como un político honrado que demostró que ser de izquierda no significa estar reñido con la democracia ni con el diálogo y la tolerancia.

Terminaré con las mismas palabras pronunciadas por él cuando concluyó su período presidencial: “No me voy. Estoy llegando. Me iré con el último aliento y donde esté, estaré por ti. Estaré contigo porque es la forma superior de estar con la vida”.


Punto final

Una cafetería de Japón es atendida por meseros robots que platican con los clientes. Con la ventaja que si éstos les caen mal no le escupen a sus alimentos.


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José Mujica, conocido como "Pepe Mujica", es considerado extraordinario por varias razones, que van más allá de su papel como presidente de Uruguay (2010-2015). Su estilo de vida austero, su trayectoria política y su filosofía de vida lo han convertido en una figura inspiradora a nivel global. Aquí te detallo algunas de las razones principales:

1. Sencillez y austeridad

Mujica es conocido como "el presidente más pobre del mundo" porque, a diferencia de la mayoría de los líderes políticos, llevó una vida extremadamente sencilla. Durante su presidencia:

  • Donaba cerca del 90% de su salario a causas sociales.

  • Vivía en su humilde chacra (granja) en las afueras de Montevideo, en lugar de en la residencia presidencial oficial.

  • Conducía un viejo Volkswagen Beetle y rechazaba lujos.

2. Trayectoria política y compromiso social

Antes de ser presidente, Mujica fue un guerrillero del movimiento Tupamaros, luchando contra la dictadura militar en Uruguay en los años 60 y 70. Pasó 13 años en prisión, muchos de ellos en condiciones extremadamente duras, lo que marcó profundamente su visión de la vida y la política.

3. Filosofía de vida y mensajes inspiradores

Mujica es admirado por su filosofía de vida centrada en la sobriedad, la solidaridad y la sostenibilidad. Sus discursos, tanto en la ONU como en otros foros internacionales, se destacan por:

  • Criticar el consumismo y abogar por un estilo de vida más equilibrado.

  • Promover la paz, la justicia social y el cuidado del medio ambiente.

  • Hablar con honestidad y sin rodeos, conectando con personas de todos los niveles sociales.

4. Legado político y social

Durante su presidencia, Mujica implementó políticas progresistas que consolidaron a Uruguay como un país avanzado en términos de derechos humanos y bienestar social:

  • Legalizó el matrimonio igualitario.

  • Regularizó la producción y venta de cannabis.

  • Mejoró la distribución de la riqueza y redujo la pobreza.

5. Humanidad y empatía

Mujica siempre se mostró como un político diferente, priorizando el bienestar colectivo sobre los intereses individuales o partidarios. Su conexión con la gente común y su rechazo a los excesos de poder lo hicieron ganarse el cariño y el respeto de millones de personas en todo el mundo.

En palabras del propio Mujica:

“Pobre no es el que tiene poco, sino el que necesita mucho.”

Su coherencia entre discurso y acción, su espíritu humilde y su capacidad para liderar con el ejemplo lo convierten en una figura extraordinaria y única en la política mundia

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