Manuel Ajenjo
A quien corresponda.
A continuación ustedes leerán los apuntes biográficos de Benito Juárez, mejor conocido como el Siervo de las Américas, que me encargaron, esperando que queden satisfechos con mi exhaustivo trabajo.
Benito Juárez G., fue un criollo que nació en el Marquesado del Valle de Oaxaca el 18 de marzo de 1806. El hecho de que algunos historiadores hayan divulgado que nació el 21 de marzo corresponde a un mito que tiene dos explicaciones: una, así como en nuestros tiempos algunas personas acostumbran quitarse años, en aquella época algunos, algunas y algunes, solían aumentarse los días, así lo hizo don Benito aumentándose tres; también circuló la versión de que él cambió la fecha de su nacimiento para que coincidiera con el inicio de la Primavera.
La razón de su natalicio en dicho lugar es que sus padres don Marcelino y doña Brígida, españoles, habían ido a cumplir una encomienda del virrey Iturrigaray Apodaca y D`Onoju.
Como en el caso de don Francisco I. Madero en el que nadie se pone de acuerdo con la I de su nombre, unos dicen que es de Inocencio y otros de Ignacio; nadie se pone de acuerdo con la G del segundo apellido de don Benito, unos dicen que es de Gómez, otros de Góngora, la mayoría ha optado por García, por lo que democráticamente le dejaremos este último apellido. Lo que sí es un hecho es que sus padres le pusieron Benito, premonitoriamente, por Benito Mussolini.
En 1810 cuando nuestro personaje tenía cuatro años de edad, sus padres, entraron en pánico al enterarse del Grito del cura Allende de “vamos a coger gachupines” por lo cual huyeron a España de donde eran originarios don Brígido de Badajoz y doña Marcelina de Austria. (Nota del corrector, el cronista se confundió, el dato es al revés: doña Marcelina era de Badajoz y don Brígido de Austria).
En su precipitada huida los padres de Benito olvidaron llevarse al entonces infante quien quedó al cuidado de su tío Bernardino, este lo puso a trabajar en su puesto de tacos al pastor. Un día, Benito, despachó un taco a un cliente que lo había pedido con mucha piña, sin piña, el consumidor se quejó con el dueño de la taquería. Para evitar el castigo de su tío que era un taquero muy severo, Juárez huyó a la ciudad de Oaxaca, sitio al que siempre había deseado ir para ver la Guelaguetza. Dadas sus inclinaciones espirituales y simpatía por el catolicismo ingresó al seminario donde aprendió latín, latón y lámina acanalada, como jocosamente se les decía en esos tiempos a las demás materias.
Dejó el seminario cuando se dio cuenta que había sacerdotes pederastas y que a él le gustaban las mujeres, sobre todo una llamada Margarita, hija de don Antonio Maza quien era un potentado; Benito le prometió a la dama dejar de ser un don nadie y convertirse en Presidente de la República razón por la cual viajó a la capital para sacar un título de abogado en Santo Domingo, así como un acta de nacimiento que dijera que era de la etnia zapoteca ya que como es sabido no se podía ser Primer Mandatario de la Nación siendo hijo de españoles.
Un ejemplo de la gran voluntad y férrea disciplina que tenía Juárez fue cuando se dio cuenta que con su piel blancuzca de criollo nadie le iba a creer su condición indígena; entonces comenzó a asolearse; todos los días exponía su cuerpo al sol hasta lograr el bronceado de los naturales zapotecas. De ahí proviene la frase: “Le que el sol le hizo a Juárez”.
PD. Con este texto anexo mi recibo de honorarios con el que espero hagan una excepción de los pagos gubernamentales siempre tan demorados y lo hagan efectivo a más tardar el 15 de septiembre para celebrar dignamente el Aniversario de la Revolución Mexicana.