Después de décadas de censura, el mural de Bárbara Carrasco “L.A. Historia: una perspectiva mexicana” ha encontrado un hogar permanente en Los Ángeles. El mural que fue creado en 1981, fue diseñado como una respuesta al silencio sobre las historias de las comunidades marginadas en Estados Unidos; "Ha sido una batalla larga y dura por defender la historia de nuestra ciudad y los hechos precisos que marcaron la diversidad de nuestra comunidad, que representé en esta obra"
La historia de Bárbara Carrasco es la de una inmigrante mexicana nacida en Los Ángeles. Pobre, pero con una familia muy unida. Con valores muy de acá, de México. Católicos, familiares. Latinos. Raro del otro lado, común de este lado. Muy chica comenzó a mostrar dotes para el arte plástico, ganando múltiples concursos durante su educación hasta que finalmente aterrizó en UCLA becada. Fue esa doble identidad, o más bien esa simple identidad la de chicana la que moldeó su forma de pensar que finalmente devino en su arte,
"En el colegio: hablar español se veía como algo malo y también recuerdo los tipos de comida que llevábamos a la escuela, como burritos, los de verdad, no los que venden ahora... me daba un poco de vergüenza llevar mi comida, porque, bueno, eso definitivamente dejaba en claro lo pobres que éramos. Pero, al mismo tiempo, la comida estaba rica; mi mamá la hacía, y quiero decir, a nosotros nos gustaba. El problema era que, en comparación con los otros estudiantes, era vergonzoso. Ellos llevaban frutas, jugo de naranja y tantas cosas más en sus loncheras, mientras que nosotros solo teníamos uno o dos artículos, y eso era todo. Recuerdo haberme sentido un poco apenada por eso".
Y un día conoció a Julio César Chávez
Ese momento marcó mi percepción sobre el arte y el activismo, y me inspiró a seguir usando mi trabajo para representar las luchas de los más vulnerables.
Extracto de entrevista documentada en Oral Histories Series para el UCLA Chicano Studies Research Center:
En dicha entrevista Bárbara Carrasco habla de cómo sus padres influyeron en su carrera artística, marcando su camino desde el principio. También reflexiona sobre cómo ha sido su experiencia como una chicana de piel clara, enfrentándose a retos de identidad dentro y fuera de su comunidad. Además, aborda la marginación que han sufrido las mujeres artistas en el movimiento artístico chicano, algo que ella vivió de cerca. Sin embargo, también resalta el apoyo que recibió de su esposo, el artista Harry Gamboa Jr., quien siempre ha sido un defensor del talento femenino en el arte.
Carrasco también comparte su perspectiva sobre Asco (un colectivo artístico cuyo nombre significa "náusea" en español), que surgió durante el movimiento por los derechos civiles chicanos, y cómo ese grupo exploró temas sociales y políticos desde el arte y la performance.
Habla con cariño de la influencia que tuvieron sus profesores de arte en UCLA y de la formación sólida que recibió allí. En su carrera, destaca su experiencia colaborando con artistas como Carlos Almaraz y John Valadez en el mural de Zoot Suit en Hollywood. Asimismo, recuerda el impacto de conocer a César Chávez, quien influyó profundamente en su identidad como trabajadora cultural y activista.
Su educación también la llevó a la California School of Fine Arts en Valencia, California, donde obtuvo su MFA. Durante este tiempo, estuvo en contacto con otras artistas chicanas como Carmen Lomas Garza, quienes también estaban abriendo camino en el arte.
Por último, Carrasco reflexiona sobre cómo su obra ha evolucionado en los últimos años. Si bien sus temas siempre han estado ligados a su identidad y su comunidad, sus trabajos más recientes muestran nuevas perspectivas y enfoques que reflejan su crecimiento personal y artístico.
La vida y carrera de Bárbara Carrasco es un mosaico de influencias, colaboraciones y luchas, que han dado forma a su visión única del arte y su lugar dentro del movimiento chicano.
La narrativa visual de Bárbara Carrasco: "L.A. Historia: una perspectiva mexicana"
"Los orígenes de la ciudad están en una mujer, Nuestra Señora de Los Ángeles, el pueblo de la reina"
Imaginar un mural de 80 pies de largo puede ser intimidante, pero cuando uno se encuentra frente a “L.A. Historia: una perspectiva mexicana”, obra de la artista chicana Bárbara Carrasco, es imposible no quedar hipnotizado por la riqueza de detalles y la profundidad de su mensaje. Esta obra es más que un mural: es una conversación visual que se mueve entre lo histórico y lo personal, entre lo local y lo global, entre el orgullo y la denuncia.
El mural, creado en 1981, fue diseñado como una respuesta al silencio sobre las historias de las comunidades marginadas en Los Ángeles. En él, Carrasco no se limita a plasmar eventos históricos, sino que los filtra a través de una perspectiva chicana, subrayando los momentos y figuras que han sido omitidos o distorsionados por las narrativas oficiales. Aquí no hay glorificaciones sin crítica: el progreso, el racismo institucional, la resistencia y la cultura se entretejen en un tapiz visual que nos exige reflexionar.
Catorce de las imágenes fueron rechazadas, entre ellas una que muestra el blanqueo del famoso mural América Tropical (1932), de David Alfaro Siqueiros, los disturbios denominados "Zoot Suit" y que afectaron a jóvenes chicanos en 1943 y la muerte del periodista Rubén Salazar durante una marcha en 1970.
Arte como resistencia
Cada figura en el mural parece tener una voz propia. Desde las representaciones de la colonización hasta los movimientos de derechos civiles, Carrasco captura cómo la comunidad mexicana y chicana ha contribuido, resistido y sobrevivido en Los Ángeles. Por ejemplo, los rostros de trabajadores agrícolas aparecen junto a las imágenes de artistas y activistas, recordándonos que la historia no es solo de quienes están en el poder, sino también de quienes luchan desde las sombras.
Lo que más destaca es cómo Carrasco utiliza símbolos y colores para contar historias complejas. Las líneas fluidas y los colores vibrantes atrapan la mirada, pero es en los detalles donde encontramos la verdadera riqueza de la obra. Una de las escenas muestra la segregación escolar, otra ilustra las luchas de las mujeres chicanas. Es una obra en la que cada sección puede ser explorada como si fuera un mural independiente, pero juntas forman un todo poderoso.
Inicialmente, esta obra fue censurada por el patrocinador original, el Community Redevelopment Agency, debido a su contenido "controversial". Carrasco, lejos de diluir su mensaje, se mantuvo firme en su visión, lo que convierte al mural en un testamento no solo de resistencia cultural, sino también de resistencia artística. Ahora, años después, el mural sigue siendo un recordatorio del poder del arte para confrontar la opresión y para reclamar un espacio para las voces silenciadas.
Al observar este mural, uno no puede evitar reflexionar sobre cómo las narrativas dominantes moldean nuestra percepción de la historia. La obra de Carrasco es un llamado a mirar más allá de la superficie, a cuestionar lo que se nos enseña y a buscar las historias que han sido relegadas. Más que una obra de arte, este mural es un espejo de Los Ángeles y, por extensión, de cualquier sociedad donde la lucha por la justicia y la representación continúa.
“L.A. Historia: una perspectiva mexicana” no es solo una obra de arte: es un manifiesto visual. Y al final, como espectadores, somos invitados a ser parte de esa historia, a mantener viva la memoria y a seguir luchando por un futuro más inclusivo.
Anitzel Díaz
Leer más
Ausencia, bestia, migración Anitzel Díaz “La rabia ayuda en la medida en que se pueda transformar. Hay que articularla de manera lúcida...
Durante la pandemia, la pintora mexicana Isabel Leñero decidió embarcarse en la exploración artística del Códice De la Cruz-Badiano "como...
Comments