Boris Johnson renunció como primer ministro británico tras una ola de dimisiones de más de 30 de sus colaboradores en los últimos días.
«Claramente la voluntad del Partido Conservador es que haya un nuevo líder», dijo durante un mensaje en el que anunció su salida.
Johnson aseguró que trató de convencer a sus compañeros de que «sería excéntrico cambiar el gobierno cuando estamos haciendo tanto», sin embargo, no lo logró y reconoció que «en política nadie es indispensable».
El aún primer ministro dijo permanecerá interinamente hasta que haya un nuevo líder, al que se comprometió a darle todo el apoyo que pueda.
Ayer, Johnson aseguró que no dimitirá al cargo pese a la ola de renuncias.
Boris Johnson quería ser como su ídolo, Winston Churchil: Un mito que condujo a Gran Bretaña durante una época de crisis. Su derrumbe respondió a una crisis que él mismo creó, cuando una serie de denuncias de faltas éticas hicieron que su partido le diese la espalda.
Johnson exhortó a su partido a que “mirase hacia adelante” y se enfocase en resolver los problemas económicos del país y en lidiar con la invasión rusa de Ucrania. Pero dos sonadas derrotas de su Partido Conservador en elecciones especiales y denuncias de acoso sexual contra un alto dirigente del partido sellaron la suerte de un Johnson cuya capacidad para superar escándalos era casi legendaria.
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