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El Grito de Independencia de los mueran



Manuel Ajenjo


Antes de entrar al tema, permítanme hacer un paréntesis prematuro que tiene que ver con un acontecimiento patriótico celebrado, también, en septiembre, mes que ha sido denominado como el de la patria.



El primer congreso político que existió en nuestro país, data del 13 de septiembre de 1813: El Congreso del Anáhuac, celebrado en Chilpancingo, que estableció los derechos del pueblo, abolió la esclavitud y declaró nuestra Independencia. Al día siguiente, 14 de septiembre, José María Morelos signo su célebre documento denominado: Sentimientos de la Nación.


En conmemoración a estos acontecimientos, el Congreso del Estado de Guerrero entrega cada año, el 13 de septiembre, la presea llamada como el documento que Morelos firmó en la Parroquia de Santa María de la Asunción. Este año el elegido por el voto unánime de la LXIV Legislatura local, para recibir, en grado post mortem, la medalla Sentimientos de la Nación, fue un honorable guerrerense, el profesor César Núñez Ramos, distinguido por su trayectoria, trabajo, aportación a la educación y la cultura, la libertad, la paz y la democracia. En la ahora Catedral de Santa María de la Asunción, donde se promulgará el insigne escrito de Morelos, la medalla le fue entregada a su viuda, la licenciada Rocío Bárcena Molina, quien pronunció un emotivo discurso.



La noche del 15 de septiembre los mexicanos celebramos el llamado Grito de Independencia. Según la tradición es una réplica del llamado que el cura don Miguel Hidalgo en compañía de Ignacio Allende y Juan Aldama, hiciera a los habitantes del pueblo de Dolores, para que se unieran a la rebelión contra el gobierno virreinal.


Aunque ya era de madrugada del día 16 cuando hizo la convocatoria y ya entrada la mañana cuando los habitantes de Dolores y alrededores se congregaron en torno a Hidalgo y sus acompañantes para levantarse en armas —si es que pueden llamarse armas los escasos pertrechos, machetes y aperos de labranza con que contaba la insurgencia—; es un hecho que desde el 15 de septiembre de 1824 —con algunas excepciones— y hasta la actualidad se celebre el acontecimiento inicial del movimiento Insurgente las noches de los 15 de septiembre.


Si bien, el Grito de Independencia se celebra en todo el país y es dado por los titulares del Poder Ejecutivo en los municipios y en los Estados; el más importante es el que realiza el presidente de la República desde el balcón del Palacio Nacional. Aunque el protocolo indica que la proclama consiste en pronunciar los nombres de los héroes que nos dieron patria, el de la Independencia y el de nuestra nación, antecedidos y precedidos por un ¡viva! cada presidente ha pronunciado los nombres que él considera conveniente y agrega algún concepto a su manera.


El del sábado fue el último grito proclamado por el presidente López Obrador quien además de vitorear a los personajes históricos, agregó: a las heroínas y los héroes anónimos, la libertad, la igualdad, la justicia, la democracia, nuestra soberanía, la fraternidad universal. Además agregó algo inédito, el uso del verbo muera, el cual a excepción de Hidalgo que dijo: ¡muera el mal gobierno! nadie había usado. Nuestro mandatario dijo: ¡muera la corrupción!; ¡muera el racismo!, ¡muera la discriminación! Volvió a los vivas dedicados al amor, a los trabajadores mexicanos que son de los mejores del mundo, a nuestro hermanos migrantes, a los pueblos indígenas, a la grandeza cultural de México, a todas y todos los mexicanos, a la cuarta transformación y culminó con un ¡Viva México!



Sin duda, el mandatario tabasqueño ha descollado, para bien o para mal, por el estilo personal de ejercer el poder. Pero ya entrado en mueras hubiera sido reconfortante escucharlo decir: muera la extorsión, el crimen organizado y los cárteles del narco.


Punto final


Los que le ponen la bandera de México a sus coches, sería mejor que al dar la vuelta pusieran la direccional.

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