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El sacrificio de Beatriz

Alberto Aguirre


El golpe de realidad, para una política tan experimentada y templada, ha sido demoledor. La lección para Beatriz Paredes es implacable: las internas ahora mismo obedecen más las lógicas mercadológicas que las reglas partidistas.


Mientras crecían las simpatías a su causa en los foros de debate, corrían versiones aviesas sobre su estado de salud —por la fractura de su tobillo, pero también por otras enfermedades preexistentes— y cierto rechazo entre la cúpula priista, materializado por el simple y contundente hecho que ni Ildefonso Guajardo, ni José Ángel Gurría y mucho menos Enrique de la Madrid, públicamente se sumaran a su proyecto.


¿Qué tan seria era su pretensión por la candidatura presidencial?, cuestionaban los dirigentes de Va por México. ¿Estaría dispuesta a ser cabeza de turco? ¿Cargaría con el lastre de la marca partidista? ¿O estaba alineada a una estrategia ideada en Palacio Nacional?



Paradojas de la democratización partidista: las reglas autorizadas por Alito Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano —a salvo de las polémicas, aunque sabe perfectamente las veleidades de Xóchitl Gálvez desde que fue la candidata perredista en Hidalgo— hicieron agua.


Beatriz Paredes, en cambio, llegó a la antesala de la candidatura presidencial. ¿Y si hubiera ganado las votaciones del 3 de septiembre? Las decisiones del CEN del PRI, más que el resultado de las encuestas, forzaron su declinación.




“Sus problemas de salud, pero sobre todo la certeza de que nunca se ha dejado mangonear, llevaron a la cúpula partidista a optar por Xóchitl”, resume un integrante de su equipo.


Las negociaciones entre las dirigencias partidistas corrían por un carril distinto al del Comité Organizador, cuyo argumento para cancelar el proceso fue inapelable: si bien los lineamientos contemplaban el levantamiento de dos encuestas y la consulta a boca de urna para los simpatizantes que solicitaron su inscripción en el padrón de votantes, los partidos políticos podían atenerse a sus normas y procedimientos.



Las declinaciones, en resumen, no son de su competencia. Y así como las dirigencias partidistas pidieron encuestas telefónicas y adelantaron la difusión de sus resultados, también era pertinente atender la solicitud de suspender la consulta y el Comité de Organización, en ejercicio pleno de sus atribuciones, procedió a adecuar el proceso en atención a las nuevas circunstancias.


Sobre el desempeño del Comité Organizador versará el informe de la llamada “misión de acompañamiento”, un agrupamiento de personalidades apartidistas entre las que se cuentan Carla Erika Ureña, José Antonio Crespo, Julián Andrade, Jimena Villicaña, Juan Francisco Torres Landa, José Piña, Pola Salúm, Julio Juárez y Andrés Albo, entre otros.




Convocado para pronunciarse sobre la calidad del proceso, los integrantes del MAC asumieron la responsabilidad de apoyar el fortalecimiento del FAM y validar las directrices del Comité Organizador y de las dirigencias partidistas. ¿La única condición? Que sean coherentes con la democracia.


En el primer círculo de la senadora priista campea más enojo que desencanto, con Alito Moreno y con Marko Cortés, principalmente. “Las tendencias eran claras: Xóchitl ya no iba a crecer y Beatriz ganó los foros; en las votaciones del domingo, el aparato partidista pudo asestar una derrota bestial a la sociedad civil que hubiera dado al traste con todo. No quisieron exponerse”.



Y piden a la senadora hidalguense verse en el espejo de Alejandra del Moral, en el Estado de México.



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