... Ser 'woke' sólo significa que te importan otras personas"
El preocupante resurgimiento del autoritarismo, la xenofobia, el racismo, el sexismo y el fanatismo religioso —sin mencionar la violencia en nombre de la identidad étnica— convierte la defensa del liberalismo en un imperativo moral e intelectual.
El discurso de Jane Fonda en los Premios SAG 2025 fue una de esas intervenciones que generan conversación. Habló sobre activismo y justicia social, dejando claro que quedarse callado ante las injusticias no es una opción, incluso si eso implica perder oportunidades en la industria del entretenimiento. Su mensaje giró en torno a la importancia de construir una cultura más inclusiva y respetuosa, lo que algunos interpretaron como una postura "woke", un término que, dependiendo de a quién se le pregunte, puede significar conciencia social o un exceso de corrección política.
Como era de esperarse, su intervención dividió opiniones. Mientras que muchos la aplaudieron por su valentía y compromiso, otros la criticaron por llevar temas políticos a un evento que algunos consideran puro entretenimiento. Al final, depende del cristal con que se mire: para unos, fue un llamado a la acción; para otros, una muestra de activismo superficial. Lo cierto es que estos debates ya no se quedan en la política tradicional, sino que llegan incluso a escenarios como los premios de cine y televisión.
¿Cómo se relaciona México con la cultura woke?
El término "woke" hace referencia a una mayor conciencia social y política sobre las injusticias y desigualdades en la sociedad, especialmente en temas como racismo, sexismo, homofobia y discriminación. Originalmente, la expresión "stay woke" se utilizaba para alertar sobre problemáticas sociales, sobre todo en la comunidad afroamericana en Estados Unidos. Con el tiempo, se ha convertido en un movimiento que busca cuestionar estructuras de poder, abogar por la inclusión y promover cambios hacia una sociedad más equitativa y justa.
En México, la cultura woke ha tomado fuerza en los últimos años. Movimientos feministas como #NiUnaMenos han sido clave en la lucha por los derechos de las mujeres y contra la violencia de género, mientras que la defensa de los pueblos indígenas ha cobrado relevancia en la discusión sobre justicia histórica y reparaciones. Además, el país ha avanzado en derechos LGBTQ+, con leyes sobre matrimonio igualitario y protección a la diversidad. También ha crecido el debate sobre el racismo estructural, evidenciando la discriminación que enfrentan las personas de ascendencia indígena y afrodescendiente.
En un país como México, con una rica diversidad indígena, la cultura woke también ha resurgido en la defensa de los derechos de los pueblos originarios. A través de un enfoque de justicia social, se busca hacer justicia histórica por siglos de marginación y discriminación, demandando reconocimiento, respeto y reparaciones para las comunidades indígenas.
Sin embargo, la cultura woke también tiene sus detractores en México. Algunos consideran que este enfoque puede ser demasiado moralista o extremo, limitando el debate y la libertad de expresión. Otros creen que ciertas posturas llevan la corrección política a un punto exagerado, generando polarización y cancelación de figuras públicas.
La cultura woke ha marcado un antes y un después en los movimientos sociales y políticos en México. Si bien ha impulsado debates necesarios sobre feminismo, derechos de minorías y justicia social, también ha generado discusión sobre sus límites y consecuencias en el discurso público. Lo que es innegable es que este fenómeno ya es parte del debate global, y figuras como Jane Fonda solo ayudan a mantenerlo en el centro de la conversación.
Los Peces No Aspiran a la Humedad: Malentendiendo el Liberalismo
El preocupante resurgimiento del autoritarismo, la xenofobia, el racismo, el sexismo y el fanatismo religioso —sin mencionar la violencia en nombre de la identidad étnica— convierte la defensa del liberalismo en un imperativo moral e intelectual. Alexandre Lefebvre, profesor de Política y Filosofía en la Universidad de Sídney, reconoce que “las instituciones y valores liberales están amenazados en todo el mundo”. Sin embargo, en su nuevo libro, más que abordar las crisis políticas actuales, se enfoca en una amenaza intelectual: la interpretación restringida de John Rawls en el ámbito académico anglófono.
Lefebvre desafía la idea de que el liberalismo es solo una doctrina política centrada en la organización institucional. En su lugar, lo presenta como un camino hacia la realización personal basado en el trato justo y generoso con los demás. Su lectura de Rawls convierte A Theory of Justice en una especie de “manual de autoayuda para liberales”.
Si el liberalismo es el espíritu de la época, ¿por qué necesita ser enseñado? Lefebvre afirma que, aunque las sociedades occidentales parecen liberales, en realidad viven en un “liberaldom” dominado por injusticias sistémicas. Como los peces en el agua, las personas no notan la influencia de este entorno, pero sí necesitan un despertar liberal para contrarrestar sus aspectos más negativos.
Anitzel Díaz
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