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La Guadalupana en las paredes de Los Ángeles

En enero se cumplieron 10 años desde que Oscar Rodriguez Zapata empezó a documentar las imágenes de la Virgen de Guadalupe, primero con su celular por gusto personal, pero después tomó más en serio su pasatiempo, en particular cuando observó que cada vez había menos de las imágenes. A finales de 2017, Rodriguez creó una página en Instagram dedicada a sus fotografías de murales de la Guadalupana a fin de preservarlas. Ahora tiene más de 6.000 seguidores.

La Guadalupana es su principal musa en Los Ángeles, dijo Rodriguez. Murales, mosaicos y otras ilustraciones sobre la Virgen Morena y santa patrona de México decoran muros de lavanderías, tiendas de licores, minimercados, iglesias, panaderías, taquerías y talleres de reparación de neumáticos.

“Donde sea que veas una virgencita sientes seguridad. Sabes que tu pueblo, tu gente, tu raza, están aquí”, dijo Rodriguez, de 35 años, quien creció en el seno de una familia católica pero dice no profesar religión alguna. “Te hace sentir bienvenido”.

La Virgen María “es mucho más que un símbolo religioso”, dice. “Es parte de la comunidad y parte de quiénes somos”. Las imágenes de la Guadalupana, sea que estén plasmadas en elaborados murales públicos o exhibidas en taquerías rodantes, santifican los espacios y “nos invitan a pensar en cómo podemos relacionarnos unos con otros para superar nuestras diferencias”, dijo Flores, autora de “The Aesthetics of Solidarity: Our Lady of Guadalupe and American Democracy” (La estética de la solidaridad: Nuestra Señora de Guadalupe y la democracia estadounidense).

Flores ha sondeado cómo las imágenes de la Guadalupana han moldeado a las comunidades chicanas en Denver, Colorado, donde los residentes han utilizado a la Virgen para oponerse a la gentrificación en sus vecindarios.

Ella recordó haber preguntado al artista chicano Carlos Fresquez, que vive en Denver, sobre el significado de su mural de la Virgen en una parte de la tienda de licores. Para el artista, la imagen fue una simple forma “de infundir un sentido de lugar”, dijo Flores, quien agregó que donde quiera que haya una Guadalupana, “sabes que hay presencia de mexicanos, mexicano-estadounidenses y chicanos”.

Hacer un cuadro de ella es una manera de decir “nuestra gente está presente aquí”, indicó Flores. Pintar o cubrir una imagen de la Guadalupana “se siente como una afrenta a nuestra dignidad y personalidad”.

AP







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