SIGNOS VITALES Alberto Aguierro Luiz Inácio Lula Da Silva era el único de los grandes líderes de la izquierda latinoamericana que no había tenido audiencia en Palacio Nacional. Invitado de honor a la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, justo un mes después de salir de prisión, tardó tres años en volverse a encontrar con el Premier de México.
Ni AMLO ni Lula tienen algún parecido físicamente con Hugo Chávez, pero los tres —junto con el boliviano Evo Morales y el ecuatoriano Rafael Correa— fueron los rostros más visibles del populismo en el hemisferio. El líder brasileño y el activista mexicano empero, coinciden en sus intentos reiterados por alcanzar la Presidencia en sus respectivos países... y en el acoso reiterado de las élites. Lula puede presumir de una gestión exitosa, durante los siete años que gobernó Brasil, tras de haber evitado el colapso de la economía y conseguido para Brasil el Mundial de Fútbol del 2014 y la Olimpiada del 2016.
De vuelta a México, para reunirse con AMLO y posteriormente compartir sus experiencias con parlamentarios morenistas de todo el pías, Da Silva mantuvo la sencillez y la altura de miras que le distinguen. Y se ganó a la audiencia al decir que —en vísperas de definir si competirá nuevamente por la Presidencia— vino a aprender. AMLO —reconoció— logró en seis años lo que al PT tomó más de tres décadas conseguir en Brasil.
Lula cumple una estancia de seis días en territorio mexicano, acompañado por su esposa Rosángela, una escolta de cuatro elementos, y una comitiva que incluye a la lideresa petista, Gleisi Hoffman; al senador Humberto Costa y a los exministros Aloizio Mercadante y Celso Amorín.
Además de su primer encuentro con AMLO, el político carioca acudió a un almuerzo con los líderes de las bancadas del Congreso de la Unión. Fue recibido por el canciller Marcelo Ebrard, el pasado lunes 28. Tras escoger la vía electoral para encausar el movimiento social que aglutinó en torno suyo, Lula se convirtió en una figura principal en la pléyade izquierdista latinoamericana, hace tres décadas. En una primera etapa, como líder de los obreros siderúrgicos, y después como integrante de la directiva del Partido del Trabajo, su opción por los más humildes y su retórica apasionada eran indicativos de inevitable candidatura presidencial.
En 1997, el líder carioca concitaba tanta atención de la prensa internacional como el uruguayo Tabaré Vásquez y el mexicano Cuauhtémoc Cárdenas. En el verano de ese año, todavía jefe de Gobierno electo, el político michoacano viajó a Porto Alegre, para acudir al séptimo encuentro del Foro de Sao Paolo, la iniciativa izquierdista que buscaba proponer una alternativa a la globalización y el libre mercado.
Lejos estaba entonces el esfuerzo por articular una organización política, pero la condena al neoliberalismo era unánime. En Chile, Carlos Ominami; en Brasil, Marco Aurelio García; en Venezuela, Teodoro Petkoff; en Brasil, Roberto Mangabeira Unger, y en México, Jorge G. Castañeda y Manuel Camacho Solís...
América Latina pugnaba por una transición definitiva a la democracia. Y México pudo haber optado por la ruta izquierdista, aunque en 1998 —a instancias de Castañeda—, el entonces gobernador de Guanajuato, Vicente Fox, fue incluido en los debates hemisféricos.
Un cónclave en Tepoztlán, Morelos, tuvo a Lula, a Fox y a Cárdenas como protagonistas. Los tres fueron postulados por sus partidos en las presidenciales del 2000, pero sólo el derechista alcanzó el triunfo. Lula lo consiguió hace 15 años... y quiere volver a intentarlo.
Efectos secundarios
ADVERTENCIA. El control de precios a los combustibles impuesto por el gobierno federal ha golpeado a pequeñas y medianas empresas distribuidoras de gas LP en distintas regiones del país, que ahora están a punto de la quiebra financiera por las pérdidas acumuladas. Mientras tanto, lamentan que las políticas gubernamentales terminaran por beneficiar a los grandes empresarios del sector.
EXTERNOS. Tamaulipas, por iniciativa del gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, buscó y logró establecer convenios de colaboración con las siete principales agencias estadounidenses encargadas de los asuntos de la seguridad en la frontera. En esa misma ruta, el gobierno de Quintana Roo ha buscado compartir información y experiencias en materia de combate al delito con autoridades de los países cuyos ciudadanos visitan asiduamente los principales puntos turísticos de la Riviera Maya. Con Argentina y Canadá fueron los primeros contactos, pero se han extendido a representantes de España, Francia, Rumania, Alemania, Italia y Polonia.
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