De acuerdo con el Instituto de Geofísica de la UNAM los efectos más serios de una erupción grande se limitarían a la cercanía del volcán, sobre radios del orden de 20 a 30 km. Un evento de esta naturaleza debería ser previsto por los sistemas de detección y monitoreo del volcán con anticipación suficiente para tomar medidas preventivas.
¿Los daños llegarían a la Ciudad de México, Puebla, Cuernavaca o Tlaxcala?
La Ciudad de México está a 72 km del Popo; Puebla a unos 43 Km, Cuernavaca a 63 Km y Tlaxcala a 53 Km. Es decir; los daños más graves no llegarían. Como lo mencionamos más arriba, el peligro se extendería en un radio de 20 a 30 Km. Aunque sí pasarían cosas. En estas ciudades ocurrirían lluvias de cenizas volcánicas muy intensas y con ceniza gruesa; más que cualquiera que se haya visto hasta la fecha.
¿Y cómo sería la gran lluvia de ceniza en las grandes ciudades cercanas al Popo?
Algo viable es que las ciudades se oscurecerían total o parcialmente; además de la presencia de rayos y relámpagos. Sí, sería un evento con pinta apocalíptica. También podría llover agua con ceniza.
Así pues, los estados que correrían riesgos variados si el volcán hiciera erupción, serían Puebla, Estado de México, Ciudad de México, Morelos y Tlaxcala.
Y son 18 municipios los que correrían mayor riesgo ante la actividad de este volcán, destacando comunidades con un alto crecimiento demográfico como:
Amecameca, Yecapixtla, Cuautla, Cholula, y Atlixco, por nombrar solo los más conocidos.
Los mapas de peligros del Popocatépetl incluyen los resultados de simulaciones de hacia dónde podrían extenderse las cenizas, flujos, avalanchas, balísticos y lavas que emanen del volcán.
Hablando claro: En caso de una erupción muy fuerte, “todo quedaría aniquilado en un radio de 15 kilómetros“, dijo Robin Campion, vulcanólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En un evento catastrófico como este, una capa de ceniza-arena de 1 a 30 centímetros de espesor caería en zonas de las grandes ciudades como Puebla, Cuernavaca, Tlaxcala y CDMX, perturbando profundamente y, por varias semanas, el transporte terrestre, el drenaje, los vuelos, la red eléctrica”, dijo Campion.
En estas grandes ciudades a salvo de la erupción y sin mayor peligro, excepto por las lluvias de ceniza volcánica, sí tendrían que evitar salir de casa por un tiempo ya que ni los cubrebocas serían suficientes para proteger a los habitantes.
En resumen:
Un radio de 15 kilómetros es "zona de alto riesgo".
Un radio de 30-60 km es "zona de riesgo medio".
En un radio mayor de 60-90 km es "zona de bajo riesgo".
El alcance de los derrames de lava podría ser de varias decenas de kilómetros, con valores típicos de alrededor de 15 a 25 km, dependiendo de las pendientes sobre las que esta avance.
Entre los peligros que entrañan los volcanes podemos encontrar:
Explosiones: las explosiones producidas en una erupción pueden arrojar material volcánico de diferentes tamaños a grandes distancias provocando una lluvia de proyectiles sobre los terrenos circundantes.
Derrumbamientos: las erupciones volcánicas a menudo vienen acompañadas de ondas sísmicas y terremotos de diferente magnitud que pueden afectar a las construcciones cercanas y producir derrumbamientos.
Coladas de lava: son flujos de roca fundida que arrasan todo lo que encuentran a su paso. Si bien son muy destructivas, salvo en el caso de las lavas muy fluidas, dado que avanzan muy lentamente, rara vez suponen un peligro para los seres humanos y animales.
Flujos de lodo: se trata de corrientes de lodo conformadas por fragmentos de roca volcánica y ceniza arrastrados por el agua de lluvia o de deshielo que discurren por las pendientes de un volcán. Dependiendo de la cantidad de agua y materiales evacuados pueden destruir todo lo que se encuentran a su paso y desplazarse hasta 200 kilómetros de distancia en zonas despobladas.
Avalanchas: en este caso no de nieve, sino de los escombros procedentes del derrumbe del edificio volcánico afectado por una erupción. Ocurren con poca frecuencia, pero cuando tienen lugar son fenómenos enormemente destructivos.
Nubes y lluvia de cenizas: la erupción de un volcán arroja a la atmósfera grandes cantidades de ceniza volcánica que posteriormente se depositarán en la tierra, a veces formando capas de varios centímetros de espesor. Estas cenizas pueden causar problemas respiratorios en personas y animales, afectar a la flora y cultivos impidiendo a las plantas realizar la fotosíntesis, o contaminando fuentes de agua. En las erupciones volcánicas de mayor magnitud, las cenizas depositadas en la atmósfera pueden llegar incluso a afectar al clima terrestre a nivel global.
Flujos piroclásticos: si los gases que emanan de un volcán no tienen la suficiente energía o la densidad adecuada para elevarse hacia la atmósfera, estos gases a altas temperaturas (de hasta 700ºC) y que viajan a gran velocidad (de hasta 550 km por hora), pueden desplazarse ladera abajo del volcán calcinando todo lo que encuentran a su paso.
Emanación de gases: los gases emanados por un volcán suelen dirigirse y dispersarse rápidamente en la atmósfera. Una consecuencia de ello es la formación de lluvia ácida, la cual puede producir daño en los cultivos, por corrosión o por contaminación de fuentes de agua. No obstante, estos gases también pueden alcanzar grandes concentraciones en las partes bajas de un volcán o en zonas deprimidas, donde pueden producir numerosas muertes por intoxicación o& asfixia.
Incendios: si la erupción de un volcán se produce en las inmediaciones o cercanía de un bosque, las altas temperaturas generadas suelen propiciar la expansión de incendios forestales añadiendo nuevas consecuencias al desastre.
UNAM
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