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¿Qué es y qué consecuencias tiene en la frontera el fin de Título 42?


A lo largo de la frontera sur de Estados Unidos, dos ciudades —El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, México— se alistaban el domingo para la llegada de hasta 5.000 migrantes más al día una vez que concluyan las restricciones migratorias relacionadas con la pandemia en los próximos días, poniendo en marcha planes para brindar albergue de emergencia, alimentos y otros servicios básicos.


Aumentaba el suspenso en la frontera méxico-estadounidense el martes en torno al futuro de las restricciones a los solicitantes de asilo desde que la Corte Suprema emitió una orden temporaria para mantener en vigencia los límites a la migración dispuestos en la época de la pandemia.


Estados de tendencia conservadora obtuvieron un respiro —que podría ser breve— en su intento de mantener vigente una medida conocida como Título 42 que permite a las autoridades expulsar a los solicitantes de asilo. En una apelación de última hora a la Corte Suprema, argumentaron que el aumento brusco de la cantidad de migrantes afectaría a servicios tales como el mantenimiento del orden y la atención de la salud, y advirtieron que podría haber una “calamidad sin precedentes” en la frontera sur.


Del lado mexicano de la frontera internacional, sólo quedaban montones de ropa usada, zapatos y mochilas en la mañana en las márgenes del río Bravo (Grande), donde hasta hace un par de días cientos de personas hacían fila para entregarse a las autoridades estadounidenses. Un joven ecuatoriano observaba indeciso desde el lado mexicano; les preguntó a dos periodistas si sabían algo de lo que le pasaría si se entregaba sin tener un patrocinador en Estados Unidos, y luego se quitó cautelosamente los zapatos y calcetines y empezó a caminar por el agua poco profunda.



Del lado estadounidense, junto a una pequeña valla resguardada por varios vehículos de la Patrulla Fronteriza, se sumó a una fila de una decena de personas que esperaban a la llegada de los agentes federales.


Esa regla ha sido utilizada para disuadir a más de 2,5 millones de migrantes a cruzar la frontera desde marzo de 2020.

En un albergue para migrantes a poca distancia del río, en un vecindario pobre de Ciudad Juárez, Carmen Aros, de 31 años, no sabía mucho sobre las políticas de Estados Unidos. De hecho, dijo que había escuchado que la frontera podría cerrar el 21 de diciembre.



La desinformación sobre las reglas migratorias de Estados Unidos suele ser usual entre los migrantes. La caravana está integrada en su mayoría por centroamericanos y venezolanos que habían cruzado la frontera sur de México y habían esperado en vano a recibir visas de tránsito o de salida, formatos migratorios que les habrían permitido atravesar territorio mexicano hacia la frontera con Estados Unidos.


AP

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