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¿Relevo en el PRI?

Epítome de la disciplina, el priismo parece incapaz de una revuelta contra Alito Moreno. El exgobernador de Campeche pudo resistir los embates del oficialismo, mantenerse al frente del CEN priista y como presidente de la Comisión de Gobierno de la Cámara de Diputados. Y ahora mismo, con sus Diálogos por México, ha dejado claro que los tiempos de la selección del abanderado presidencial —y de la coalición opositora— están bajo su control. Las dos jornadas de los Diálogos por México concluyeron, sin pena ni gloria. La ausencia del gobernador mexiquense, Alfredo Del Mazo, refrendan lo que en aquella entidad es una queja reiterada: los temas partidistas (y la sucesión presidencial) no son de su máximo interés. La quinteta de aspirantes —Beatriz Paredes, Claudia Ruiz-Massieu, Ildefonso Guajardo, Alejandro Murat, José Ángel Gurría y Enrique de la Madrid— confluyó en la exposición del problema: sólo es posible competir con Morena en el 2024 si el PRI participa en un frente amplio de partidos (que tome en cuenta a la sociedad civil), postulante de un gobierno de salvación nacional. La definición del enemigo y la búsqueda de los aliados fue una constante. También, el redundante diagnóstico sobre los problemas nacionales, acompañado por tímidas referencias a los “errores y omisiones” del pasado y una larga lista de críticas a la Cuarta Transformación. El énfasis, empero, no estuvo en las soluciones. Y es que para seleccionar al representante priista que participaría en el mecanismo aliancista, falta un año. En el contexto de Sí por México, Alito Moreno había pactado con Marko Cortés y Jesús Zambrano una interna, organizada por el INE, a la que cada formación política llegaría con una propuesta. Al final sería nominado —sin regateos— aquel que pueda derrotar al abanderado oficialista. Las semifinales, si ese acuerdo prevalece, estarían en la primera fase. Pero Zambrano ya desconoció al presidente del CEN del PRI como interlocutor confiable y el Bloque de Contención quedó pulverizado, después de la aprobación de la extensión del mandato de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública. Al acudir a los Diálogos por México, los aspirantes priistas a la candidatura presidencial aceptaron el cronograma de Alito Moreno y validaron su liderazgo. “El PRI necesita una nueva dirigencia que le brinde confianza a aquellos partidos con los que pretendemos construir una alianza y un proyecto compartido el año próximo y en el 2024”, planteó Claudia Ruiz-Massieu, “el actual presidente debe convocar a una elección anticipada (del CEN)”. Pero el exgobernador de Campeche, blindado por el Estatuto partidista y con el control casi absoluto del Consejo Nacional, prácticamente es inamovible removido de la dirigencia partidista… salvo que renunciara. Sin interlocución con sus contrapartes del PAN y del PRD, Alito dejará que los gobernadores de Coahuila y el Estado de México definan los términos de su sucesión. Pero dentro del PRI cada vez son más sonoras las voces que hablan de evitar lo que —a su juicio— sería la verdadera catástrofe del 2024: dejar en sus manos la definición de las candidaturas al Congreso de la Unión.

Una solución de punto final —sostienen— pasa por la intervención de la autoridad electoral —léase el TEPJF— para obligar al INE para expedir una convocatoria a la elección del nuevo CEN priista. Ese relevo, en ese caso, tendría que concretarse dentro de 10 meses, a más tardar. Efectos secundarios PARTISANOS. El documental Se fue a volver, emitido el pasado fin de semana por el Canal 21 del gobierno de la Ciudad de México, provocó una polémica alimentada por el personal diplomático. Y es que la visita que el mandatario ecuatoriano, Guillermo Lasso, realizó a la embajadora de México en Quito, Raquel Serur Smeke, fue interpretada por el expresidente Rafael Correa como un “intento desesperado” para censurar el videograma, lo que negó la diplomática.

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