Anitzel Díaz
María de Médici dejó un legado mucho más contundente que su reinado. Dejó un relato de lo que debió haber sido su vida, de lo que ella imaginó como un ideal: una alegoría fantástica desbordante de forma y color, firmada nada menos que por Peter Paul Rubens.
Ella, una rica heredera florentina, segura de su lugar en el mundo y reina de Francia. Él, un erudito políglota, aficionado a la arquitectura y diplomático por mandato; el pintor más famoso de su tiempo. Cuando María llegó a Francia, acompañada de una dote de seiscientos mil escudos de oro, dos mil cortesanos y una flota de cinco galeras de los caballeros de Malta, poco imaginaba que terminaría refugiada en el estudio de Rubens.
A principios del siglo XVII, después de ser destituida del poder y exiliada de la corte, María se refugió en Bruselas, donde conoció a Rubens a través de su obra. De ese encuentro surgió el encargo de 24 pinturas monumentales: un manifiesto visual del poder y la dignidad de una reina. El Ciclo de María de Médici, como es conocida hoy esta serie, consta de 21 lienzos de cuatro metros de altura y tres grandes retratos de la reina y sus familiares. Rubens completó las obras en cuatro años, como fue acordado y las entregó en 1625.
Se cree que Rubens pintó las piezas con su propia mano; para esa época, ya contaba con un taller con entre 10 y 20 colaboradores. Está documentado que solo utilizó la ayuda de sus discípulos en la preparación del material, el boceto y la estructura de la idea de cada obra. El pago acordado fue de 24,000 libras tornesas, lo cual equivaldría aproximadamente a 60,000 libras actuales; sin embargo, la reina nunca llegó a saldar el total de su deuda.
Utilizando un formato vertical y una paleta de colores vibrantes, Rubens narra la vida de María de Médici desde su matrimonio hasta su llegada al trono. La Reina destaca como una mujer poderosa en un mundo dominado por hombres. Las obras están llenas de simbolismo, representando virtudes asociadas con María: justicia, paz, sabiduría y benevolencia. Llama la atención que en casi todos los cuadros aparece una mujer mostrando un seno como símbolo de fertilidad y maternidad. Rubens retrataba el cuerpo femenino con figuras voluptuosas y curvas, el ideal de belleza de su tiempo. En el Barroco, la desnudez no era necesariamente vulgar ni sexualizada; tenía un sentido estético y se consideraba una expresión de la perfección y nobleza del cuerpo humano. En la serie, María es la figura central, pero también aparecen dioses y diosas, personajes históricos y mitológicos, como Júpiter y la Paz.
A través de Rubens, María quiso plasmar para la eternidad su vida como un idílico instante extendido en el tiempo, aunque la realidad fue distinta. Su matrimonio con Enrique IV tuvo como fin subsanar las finanzas de un reino en quiebra, ya que los Médici eran una de las mayores fortunas de Europa. El matrimonio fue infeliz desde el inicio: Enrique IV estaba enamorado de su amante, con quien tenía tres hijos, y que había fallecido un año antes. Conocido como le vert galant (el "viejo verde"), el rey de Francia ignoró a su esposa durante casi todo su matrimonio, lo cual no impidió que María reclamara su lugar como reina de Francia. La pareja concibió seis hijos, entre ellos el heredero al trono, Luis XIII.
En 1610, tras el asesinato de Enrique IV, María de Médici comenzó a gobernar como regente, ya que Luis XIII tenía solo nueve años. Durante su regencia, intentó consolidar su poder y asegurar su posición en la corte, pero pronto surgieron tensiones con la nobleza y otros miembros influyentes que cuestionaban su legitimidad y estilo de gobierno. Finalmente, María se aferró al poder y terminó enfrentándose a su propio hijo, lo cual generó una situación humillante, especialmente cuando, después de varios conflictos militares y diplomáticos, se vio forzada a exiliarse en 1631. Murió en la pobreza, sin haber logrado reconciliarse con su hijo.
El Ciclo de María de Médici se encuentra hoy en una sala del Museo del Louvre, en el ala Richelieu. Si uno desvía la mirada de la Mona Lisa o de La Venus de Milo, se encontrará inmerso en un mar pictórico sorprendente, casi palpando el aura del pintor en su obra de arte.
Comments