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Claudia y Xóchitl, rigidez vs soltura


Manuel Ajenjo


Comenzó en nuestro país la contienda electoral más profusa de la historia. La que determinará un resultado inédito: una mujer será presidenta, dicho sea esto sin menosprecio para Jorge Álvarez Máynez, candidato de Movimiento Ciudadano, pero sin desdén a las cifras demoscópicas.


Ambas candidatas dieron, en sus respectivos lanzamientos a la travesía hacía Palacio Nacional, una prueba de lo que están hechas y de lo que en el transcurso de 90 días, en diversas modalidades, ofrecerán a la ciudadanía.


Imposible soslayar que todas las encuestas de opinión señalan una buena ventaja para Claudia Sheinbaum, candidata de la coalición Juntos Seguiremos Haciendo Historia, quien inauguró su campaña en el Zócalo de la Ciudad de México, ante 100,000 adeptos a su candidatura, unos, y otros a las compensaciones alimenticias y materiales así como al recreo de la transportación turística gratuita. Lo que en el tiempo del neoliberalismo se llamó: acarreo.


Xóchitl Gálvez, la aspirante presidencial de la coalición electoral opositora, Fuerza y Corazón por México, quien además de tratar de remontar la distancia que según los sondeos le lleva su contrincante, tiene que luchar contra el desagrado y la repulsión que los tres partidos que constituyen la alianza que la avala generan entre la población y cuyos dirigentes, contrapuestos ideológicamente, más que ser un apoyo son una rémora, inició su empeño electoral con una velada que comenzó a la media noche en Fresnillo, Zacatecas, la población con la percepción de inseguridad más alta del país, a la que asistieron 600 personas. Entre éstas algunas y algunos militantes del PAN, el partido que llevó a Xóchitl a la senaduría y a la alcaldía de Miguel Hidalgo, aunque, paradójicamente, no se identifique, ciento por ciento, con sus principios doctrinarios.


De lo más criticado el dislate de Claudia, en su discurso, cuando dijo: “Hay dos caminos a tomar este 2 de julio. Uno, que siga la corrup… corrigió, que siga la transformación”. En mi opinión el error de Claudia surgió de la falta de concentración. Concentración y relajación son dos factores que cualquiera que suba a un escenario —y la tribuna de un mitin lo es— necesita tener para dominar su discurso, su mente y el lenguaje corporal, materia ésta en la que la señora Sheinbaum sale reprobada. Necesita con urgencia unas elementales clases de actuación. Un orador, en su caso una oradora, necesita dominar el escenario y conectar con el público. A Claudia se le notó tensa, más preocupada en que no se le volaran las hojas engargoladas de su discurso que en ver al público y hacerlo participe de sus palabras con la vista, girando la cabeza de un lado a otro, con sus brazos despegados del cuerpo y abriéndolos, cuando y cuanto sea necesario, para enfatizar su mensaje y comunicarlo a los espectadores de la última fila.


El caso contrario es Xóchitl, cuyo desparpajo la hace ocupar todo el escenario, ir de un lado a otro y lograr con gran facilidad conexión con el público. Inclusive de manera teatral, en Irapuato, Guanajuato, al prometer no sólo que seguiría con el programa de ayuda económica para adultos mayores, sino que los rebajaría a partir de los 60 años, pinchó su dedo para imprimir con sangre su huella en el documento. El día que haga, como Claudia, 100 promesas de campaña, va a necesitar una trasfusión.


El domingo en el Estado de México, la hidalguense se reunió con la militancia priista. Estuvo flanqueada por Ana Lilia Herrera, líder del PRI en la entidad y el presidente nacional del Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno, quien lució una camisa en cuyo dorso frontal se leía su apodo: Alito, con letras del tamaño de su ego. Sin rubor y sin ambages, Xóchitl elogió a los exgobernadores César Camacho Quiroz y… ¡Arturo Montiel! (¡Ay güey!).

Punto final


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