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El arte de la urdimbre del sueño: hamacas yucatecas

“Un fragmento de nuestra sociedad, que nos encanta, nos alberga y nos hace descansar”


La hamaca, cuyo nombre en haitiano, hamac, significa árbol, fue bautizada por los conquistadores con ese nombre por haber encontrado en las Antillas las primeras hamacas tejidas con filamentos de corteza de árbol. Después fue empleada para su confección la fibra de varios agaves. La hamaca consistía en una red formada de hilos gruesos y anchos claros, pendiente en el aire entre dos troncos de árboles a modo de bolsa colgante, para recostarse a descansar y para mecerse en vaivén entre sus mallas.






En una hamaca se sueña, se descansa, se duerme. Se existe. En Yucatán La hamaca forma parte del juego regular de un niño y le permite desarrollar la imaginación: con poderosas mecidas. Para los campechanos es un objeto cotidiano que puede estar presente a lo largo de toda su vida; es el centro de una habitación.


Para Hericko Delfín, arquitecto, titulado por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) y artista plástico, es un objeto de arte: es “un fragmento de nuestra sociedad, que nos encanta, nos alberga y nos hace descansar”. El artista realizó Homenaje Pixán, obra que rinde un homenaje a las hamacas, “para que pudiéramos reflexionar de nuestra vivencia o alguna historia que pudimos tener de niños y ahora nos haga recordar”.


Su obra muestra la cronología en la creación de una hamaca; desde la época henequenera hasta las hamacas de hoy en día, hechas de algodón y/o nylon.


Para él, esta serie de 12 piezas es contar cómo la gente ha hecho propio este objeto, con el que vive y convive como parte de su estilo de vida porque es “un fragmento de nuestra sociedad, que nos encanta, nos alberga y nos hace descansar”.


El creador de esta obra puntualiza que se trata de “un homenaje para que pudiéramos reflexionar de nuestra vivencia o alguna historia que pudimos tener de niños y ahora nos haga recordar”.


Menciona también que desde los jornaleros después del arduo trabajo llegaban a descansar en sus hamacas de henequén y, aunque ahora podrían pensar que “pica”, sensibiliza del cansancio que sentían y lo que la hamaca representaba.





Con cada pieza hace mención de cómo la hamaca se ha comportado en la historia de Yucatán; en lo particular, la considera un objeto muy propio de identidad y por eso quiso rendirle honor, pues siente que es una pequeña devolución al Estado de todo lo que le ha dado, en especial en su crecimiento como artista plástico.

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