El documental Una herida en el sur explora cómo la construcción del Tren Maya ha impactado el medio ambiente, la vida social y cultural en la Península de Yucatán.
Con una duración de una hora, el documental es el resultado del esfuerzo conjunto de varias comunidades, una productora y organizaciones como Kanan Derechos Humanos y Jaguar Wildlife Center, quienes dedicaron tiempo y recursos para visibilizar los daños ambientales causados por este megaproyecto.
“No es solo un tren; es un reordenamiento territorial que va a atraer más empresas y despojo, para seguir explotando una Península de Yucatán ya muy dañada”, señaló Kanan Derechos Humanos A.C.
El documental busca cuestionar las narrativas que justifican el Tren Maya, como la idea de que traerá independencia económica a los pueblos indígenas. Además, revela la participación de capital extranjero en un proyecto financiado con recursos públicos. La investigación comenzó en 2021, en el marco de una cobertura sobre industrias extractivas.
El proyecto arrancó con investigaciones periodísticas de Lilia Balam, Katia Rejón y Mariana Beltrán, en colaboración con la productora independiente Pata de Perro Films, con Maricamen Sordo y Jairo Mucul al frente de la producción.
“Una sola persona no puede contar esta historia, porque el colonialismo atraviesa muchas realidades. Este documental es un esfuerzo colectivo, con la participación de mucha gente de la península, desde imágenes de dron hasta grabaciones subacuáticas”, compartió Mucul.
El filme también advierte sobre los efectos invisibles que proyectos como el Tren Maya tienen sobre los mantos freáticos, un tema del que se habla poco, y cómo este tren abrirá las puertas a nuevos desarrollos que profundizarán el daño. “La herida ya está hecha, pero lo que más preocupa es todo lo que va a crecer alrededor del tren”, comentó Miguel Guillermo, de SOS Cenotes.
El documental será distribuido de manera gratuita a partir del viernes 18 de octubre en las redes sociales y sitios web de Pata de Perro Films y Una herida en el sur. Sus realizadores también están abiertos a compartir la película en foros y espacios culturales que deseen proyectarla para fomentar el diálogo.
La resistencia
La expresión "La herida del Tren Maya" es usada por activistas, comunidades indígenas y organizaciones que se oponen a este proyecto. Consideran que su construcción es una "herida" tanto para la tierra como para la cultura local, y su resistencia se basa en preocupaciones ambientales, culturales y sociales. Sostienen que el Tren Maya es un desarrollo impuesto que ignora los impactos en los territorios sagrados y los ecosistemas.
Los principales puntos de resistencia incluyen: la falta de consulta adecuada a las comunidades indígenas, lo que va en contra del Convenio 169 de la OIT; la destrucción ambiental, afectando áreas de gran biodiversidad como la selva maya; el posible daño al patrimonio cultural; y el desarrollo impuesto, que beneficia a intereses empresariales y turísticos, sin un verdadero provecho para las comunidades locales.
La resistencia a este proyecto ha tomado forma a través de movilizaciones, denuncias legales y alianzas entre organizaciones nacionales e internacionales para visibilizar la lucha y proteger los territorios indígenas.
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