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Xóchitl, eclipsada


Manuel Ajenjo


Claudia no ganó el debate, Xóchitl lo perdió, es lo mismo, pero no es igual.

La noche del pasado domingo, durante una hora con cuarenta y cinco minutos, vimos y escuchamos a dos mujeres intercambiar acusaciones y denuestos, ante la presencia de un convidado de piedra que con una forzada sonrisa por momentos no se quiso quedar atrás y también sacó de su ronco pecho ataques hacia las dos señoras. De éstas, la mejor librada fue Claudia Sheinbaum; Jorge Máynez, le imputó a Xóchitl Gálvez ser la candidata del PRI, “por eso no te puede prometer hacer lo que no han hecho el PRI y el PAN en su historia (…) tiene como mejor amigo a Alito, con un historial de corrupción absolutamente grotesco; a Paco Cienfuegos, acusado de triangular dinero de paraísos fiscales o su gran amigo del alma, más reciente, Manlio Fabio Beltrones”. A lo anterior la candidata Gálvez contestó: “no vengo a defender a nadie. Si hay un acto de corrupción que se castigue, trátese de quien se trate”.


Pero olvidémonos del emecista Jorge Máynez, quien aprovechó para saludar, a destiempo, a los sordomudos y para confiarnos que prefiere no usar el apellido paterno (Álvarez); como escribí ayer cumplió con su objetivo y ahora es más conocido por las ciudadanas y los ciudadanos hasta el día que se afeite esa barba de 10 días que está muy de moda pero que en una figura política se ve, en mi opinión ignorante de la estética del pelaje en boga, como descuido o desaseo.


Tal vez, el redactor de lo que usted lee, exageró al escribir que todo el tiempo que duró el debate fue una confrontación de recriminaciones y agravios. No. También hubo propuestas. Aunque de acuerdo con Roy Campos, éstas deben llamarse promesas. Y algunas, digo yo, sueños imposibles.


¿Cómo vi a las candidatas? A Claudia la vi sobria y segura. Resaltando los logros de su gobierno en la Ciudad de México. Soslayando los previsibles ataques de Xóchitl, sin descomponerse. Cuando tuvo que subir el tono lo hizo como cuando Xóchitl le dijo: “Contéstale a los mexicanos: ¿con las evidencias que hay de la corrupción de los hijos del presidente los investigarías? A lo que Claudia respondió tajante: “Si tiene pruebas que las presente”. Jamás se dirigió a Xóchitl por su nombre, siempre le dijo “la candidata del PRIAN”. Tampoco pronunció el nombre de Andrés Manuel ni sus apellidos, a lo más que llegó fue a referirse al presidente.


En cuanto a Xóchitl, la vi nerviosa y desencajada. Entiendo que tiene un problema grave, aunque ella se diga candidata ciudadana, lo cierto es que es representante de tres desprestigiados partidos que más que una coalición política forman un Frankestein ideológico, el cual es como un corsé para la hidalguense. La vi con cara de no haber dormido bien. Alguien le recomendó que fuera seria y con eso le quitó una de sus pocas virtudes: el humor y el lenguaje cotidiano. A cada pregunta que los moderadores le hacían contestaba primero con un ataque a Claudia a la que siempre mencionó por su nombre. También le dijo, “Dama de Hielo”, “eres fría y sin corazón” y cometes “negligencia criminal”. La cara de la Sheinbaum no registró los embates. Como todo boxeador que va abajo en la puntuación, en su esquina tripartita a la prianista le recomendaron atacar con el jab del medicamento para piojos; el uppercup del Colegio Rébsamen; y el gancho al hígado de la Línea 12. Claudia uso el bending: “Es deleznable lucrar con el dolor de las personas”.

El domingo los astros no estaban alineados para que a Xóchitl le fuera bien. Como el boxeador que ya ni noqueando gana, en la culminación de su intervención, cuando de manera emotiva quiso envolver al pueblo de México en nuestra bandera, el escudo lo puso al revés.


Apostilla

El pseudo director de cámaras del evento es un inepto.


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